Sistema de ocupación espacial (2): a-estrategias de indignación

Respecto a lo que estos días está ocurriendo por todo el país (y algunas ciudades de todo el mundo) y más allá de interpretaciones políticas o sociales, resulta maravilloso ver cómo el espacio público cobra otra dimensión cuando miles de personas indignadas deciden (decidimos) tomarlo para (re)habi(li)tarlo y tratar de establecer algo nuevo.
Estos días en Madrid han resultado muy especiales viendo cómo la Puerta del Sol se ocupa mediante infraestructuras efímeras a base de improvisadas carpas, tiendas de campaña, chiringuitos de informaciones varias, inodoros portátiles,… Es lo de siempre, lo que desde hace tanto hemos pretendido los arquitectos, la creación de sistemas perfectibles que articulen el espacio a cualquier escala (como la mesa del post anterior), pero que en tan pocas ocasiones hemos logrado. Probablemente la rigidez del sistema nos lo impide, o la estrechez de miras de otros (eso solemos decir). Miles de personas anónimas nos han demostrado que es posible y que además es sencillo.
En Sol en menos de una semana hay enfermería, guardería, asesoría legal, zonas de descanso,… una suerte de actividades dispuestas por la superficie de la plaza y que se relacionan entre sí y con el exterior de la manera más sencilla: la naturalidad y la falta de complejos. Con recursos tan sencillos como la voluntad de cambio, la multicolaboración, la libre aportación, el voluntariado voluntario, la solidaridad de todos, pero sobre todo, la inteligencia colectiva. Una planificación horizontal (en todos los sentidos del término) o lo que podría denominarse aplanificación, ha dado lugar a asentamientos espontáneos que nos recuerdan que otra manera de hacer las cosas es posible.
Algunas de las referencias que inmediatamente vienen a colación son las tomas de espacios que sistemáticamente se han venido realizando en América (del Sur principalmente) y en las que se proponen soluciones habitacionales con clara voluntad de permanencia. Una reacción más ante circunstancias apremiantes: la falta de vivienda. Pero también tiene sentido recordar alguna de esas teorías que hablan del caos como fuerza motriz y que al fin y al cabo cuando las cosas discurren por sí solas acaban ordenándose de manera eficaz. Lo hemos visto estos días en Madrid y otras muchas ciudades, la ilusión por el cambio ha generado asentamientos espontáneos que sin previa planificación resultan eficaces.
En primera instancia, los arquitectos deberíamos aprender un poco de estas situaciones y darnos cuenta de que en ocasiones todo funciona mejor cuando se deja inacabado, cuando los procesos son más participativos y lo que es más importante; espontáneos. Pero esto son palabras manidas que todos las hemos repetido hasta la saciedad y sin embargo no por ello proponemos que las cosas se hagan de forma distinta.
Una vez más, la gente de la calle se nos ha adelantado, nos han mostrado una nueva forma de organización espacial (ojalá todo esto pueda ir más allá de la mera toma de espacios públicos). La pregunta es obvia, ¿tenemos los arquitectos algo que aportar? O haremos lo que hemos venido haciendo desde hace tanto tiempo, ver el discurrir de las cosas y después ya veremos cómo encajamos allí. ¿Se adoptará alguna postura activa desde nuestros colegios (principales colectivos de arquitectos) o nos limitaremos a subirnos las cuotas porque cada vez se visan menos proyectos? ¿Se seguirá enseñando la misma manera de hacer las cosas en las escuelas (al menos en las públicas)?
Estos días en Madrid se debate acerca de multitud de aspectos que nos afectan directamente en nuestro día a día, los grupos de trabajo se organizan desde Sol y se disponen por las plazas cercanas, allí la gente expone además de sus quejas, sus propuestas de las que se toma buena nota, se organizaban listas de correo y blogs en los que poder seguir aportando. Se establece una vez más un sistema perfectible que aprovecha la inteligencia colectiva en una deriva programática de la que seguro que se extraen conclusiones cuanto menos interesantes. Personalmente echaba de menos más grupos en los que poder abordar cuestiones ligadas al planeamiento del territorio, así como las soluciones habitacionales (que no exclusivamente a la falta de vivienda), y en esto los arquitectos deberíamos ser capaces de aportar algo más que destreza formal. A lo mejor es que los foros en los que estamos acostumbrados a departir acerca de estas cuestiones son de otro tipo (universitarios, colegiales, lo que sea, pero siempre patrocinados…).

No hay comentarios:

Publicar un comentario